En este artículo quisiera presentar una breve reflexión sobre las ciudades pensadas desde la antropología urbana. En particular, quisiera reflexionar sobre cómo los denominados límites urbanos (físicos y virtuales) interpelan las relaciones sociales y configuran límites sociales.
El arquitecto y urbanista suizo Mario Botta afirma que las ciudades al igual que los seres humanos, nacen, maduran, envejecen y mueren. Por lo tanto, las ciudades deben asimilar la coexistencia de aquello novedoso y aquellas partes en donde los años han pasado. Desde el punto de vista social, esto implica una significación y simbolización de elementos diversos que cohabitan en una misma ciudad, cuyo valor social es significado por distintos grupos en modos diferentes. La ciudad policéntrica refuerza el concepto de una ciudad fragmentada, que se nutre de la expansión urbana funcional hacia periferias marginales. Es una ciudad que crece y refuncionaliza las áreas externas, al tiempo que crea nuevas dinámicas sociales y económicas en un territorio dado. Una ciudad que es vivida en modo diverso por diferentes grupos sociales.
Acerca de los límites
En las ciudades del pasado, eran los muros de una ciudad los que marcaban los límites. Hoy tenemos distintos modos de marcar límites como podrían ser grandes avenidas, parques, ríos, vías de trenes, entre otros. Estos límites físicos caracterizan ese policentrismo del que habla Botta y coexisten al mismo tiempo con múltiples límites sociales, como divisiones más o menos visibles entre distintos grupos, entre cotidianeidades, costumbres, hábitos distintos.
Con el innegable predominio de la digitalización de la vida cotidiana, a estos límites físicos y sociales debe agregarse el carácter policéntrico del espacio virtual. Estamos frente a una digitalización capilar, extensa y difundida en cada ámbito social, desde lo comercial hasta lo político, pasando por lo cultural, el entretenimiento y hasta la educación. Sin lugar a duda, es una revolución que complejiza las relaciones sociales entre lo físico y lo virtual. Las fronteras se multiplican.
Como explicaba en un reciente artículo, en las ciudades contemporáneas, estas fronteras no son únicas ni claramente visibles, evidenciando distintos grupos o subculturas urbanas, y conformando un una ciudad fragmentada y diversa. En este entramado urbano hay naturalmente múltiples límites y es este el concepto central que deberíamos poner bajo la lupa: ¿cuál es el rol de los límites en la planificación? ¿qué dicen los límites de la cuestión social?
Espacios en tensión
Un fenómeno de particular interés es el modo en que distintas presiones sociales (entendidas tanto como necesidades insatisfechas, así como necesidades artificiales) se trasladan hacia los márgenes a medida que las ciudades crecen (expansión centrífuga). Del mismo modo, es posible que ciertas presiones emerjan poniendo al límite las estructuras urbanas centrales dentro de una ciudad (por ejemplo, frente a procesos de gentrificación entendidos como expansión centrípeta). En ambos casos, nos encontramos frente a una realidad: las presiones sociales emergen en los límites: sea en la evidencia de mayor marginalidad (entendiendo a quienes viven en los márgenes físicos y presentan necesidades insatisfechas), en la puesta al límite de sistemas centrales existentes (espacios que no fueron planificados para una expansión in situ) o en la mismísima virtualidad (como podría ser la presión generada por las inequidades en el proceso de digitalización)
Los límites se configuran como espacios en donde las presiones sociales son más notorias, donde se puede ver la diferencia. Lo que está dentro, lo que está afuera, lo que se tiene, lo que se anhela, lo que se comprende, lo que no. Los de arriba, los del medio, los de abajo. Es como hacer cortes transversales a la sociedad, mirarla desde otro ángulo.
Lo social
Las diferencias en niveles de educación emergen frente a la presencia de mayor digitalización, generando procesos de diferenciación y exclusión. Las diferencias en términos económicos emergen en un límite que separa barrios con mayores y menores recursos, que evidencian también potenciales estilos de vida diferentes. Asimismo, se pueden ver las diferencias en términos sociales en límites más complejos como lo es un migrante (nacional o internacional) habitando en un lugar nuevo, posiblemente con una configuración socioeconómica diferente respecto a su lugar de origen. Esta lista podría seguir…
Son presiones que interpelan lo social. No se trata de las necesidades vinculadas a una calidad de vida mínima (como sería la existencia de infraestructuras de servicios), sino también de presiones vinculadas al modo en que distintos grupos significan un espacio dado. Las relaciones sociales se enmarcan en sistemas de valores y creencias que se ponen en cuestión y que cuestionan aquello que es diferente. Diferencias que como tales emergen en los límites.
Los límites nos permiten visibilizar a aquello que nos resulta “diferente” y que en muchas ocasiones invisibilizamos en la indiferencia. Lo que está allá, aquél, ese otro, que escapa a nuestra realidad (o nuestra virtualidad).
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